No entorpezcas tu vida prestando
atención a las banalidades de la moda, a esas "murmuraciones" o
reclamos de atención de tantos desorientados. Acepta las limitaciones y las
dificultades, pero -de ningún modo- te detengas a considerar lo que no tiene
espacio en la vida espiritual. Muchos esgrimirán hasta motivos
"religiosos" para hacerse valer y dominar a los viandantes. Pero todo
eso, todo lo que produce desazón, angustia o temor, no viene de Dios. El
verdadero testigo del espíritu no necesita ni quiere recordar
"poderes", ni pierde el tiempo en afirmarse invocando presuntos
derechos... Nada de "ley del más fuerte". Si has abrazado el honor y
el decoro del desierto, quédate en el silencio profundo y despréndete de lo que
no cuenta... Despierta al inmenso paisaje de la aurora en tu corazón. Mira la ternura
de Aquél que es tu vida ■
Ermitano urbano
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