El signo de una ascesis enfermiza aparece cuando el ser humano se enfada
consigo mismo. Lucha contra sí mismo, porque no puede asumir lo que ha
descubierto en su interior. Una ascesis sana parte siempre de la aceptación de
uno mismo. Solo puedo transformar lo que he aceptado. Sólo puedo avanzar si
acepto ante mí mismo dónde me encuentro. Hay personas que se identifican con
altos ideales. Se las puede comparar con aquellos que cuelgan de una barra fija
sin tocar el suelo. Pueden hacer todos los esfuerzos que quieran, pero nunca
subirán más arriba. La causa del duro juicio que tienen de sí mismas radica en
que las personas no han descubierto la imagen de Dios en ellas y persiguen una
imagen ideal que se han fabricado. Sólo cuando reconozca que me encuentro en el
nivel más bajo, puedo subir paso a paso. La ascesis insana parte de ideales
externos, sin tener en cuenta la estructura del alma humana. Violenta el alma y
el cuerpo. La ascesis sana, por el contrario, ejercita lo que hay y extrae de
dentro las fuerzas que Dios ha depositado en nosotros. Tiene en cuenta la
psique humana y trabaja en ella para que llegue a ser sana e íntegra ■ A. Grün, Un largo y gozoso camino. Las
claves de mi vida, Sal Terrae, 2004.
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