Ssed fieles a la amistad verdadera con vuestros hermanos, porque
nada hay más hermoso en las relaciones humanas. Ciertamente consuela mucho en
esta vida tener un amigo a quien abrir el corazón, desvelar los propios secretos
y manifestar las penas del alma; alivia mucho poseer un hombre fiel que se
alegre contigo en la prosperidad, comparta tu dolor en la adversidad y te
sostenga en los momentos difíciles. ¡Qué hermosa es la amistad de los tres
muchachos hebreos! Ni siquiera la llama del horno fue capaz de separar sus
corazones. Bien a propósito escribió el santo David: Saúl y Jonatán inseparables durante la vida, tampoco se separaron en la muerte
(2 Sam 1, 23) ■ san Ambrosio,
obispo de Milán (340-397)