Pan bajado del cielo,
Pan que el Padre  nos da,
Pan que es Cuerpo del Hijo,
Pan, divino manjar.

Es Pan de Encarnación el Emmanuel:
el Verbo se hizo pan, comida nuestra,
en seno virginal formó su cuerpo
y por María tiene humanas venas.

Jesús, maná del cielo descendido,
Maná son sus palabras que alimentan,
y el Evangelio vivo que las guarda
en nuestra Iglesia y Casa es la Panera.

Jesús es pan, divino y sustancial,
para que el mundo en él la vida tenga;
la tenga siempre, y siempre en abundancia,
en cada día pan de vida eterna.

La muerte está vencida en este pan,
la vida es su sustancia y nos penetra;
comer a Cristo, Verbo Eucaristía,
es vida eterna en vida pasajera.

Divinidad, convite de los hijos,
llamados a sentarse en esta mesa;
yo quiero que mi Dios me divinice,
durmiendo en su latido mi cabeza.
  
¡Honor a quien nos habla eternidad,
y nutre nuestro ser con su presencia;
un día te veré y un nuevo gozo
será mi Eucaristía, eterna fiesta! Amén

Fray Rufino María Grández
Tlalpan (México), 24 de Julio 2009

Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


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