Atardece, anochece, el alma cesa
De agitarse en el mundo
Como una mariposa sacudida.
La sombra fugitiva ya se esconde.
Un temblor vagabundo
En la penumbra deja su fatiga.
Y rezamos, muy juntos,
Hacia dentro de un gozo sostenido.
Señor, por tu profundo
Ser insomne que existe y nos cimenta.
Señor, gracias que es tuyo
El universo aún; y cada hombre
Hijo es, aunque errabundo,
Al final de la tarde, fatigado,
Se marche hacia lo oscuro
De si mismo; Señor, te damos gracias
Por este ocaso último.
Por este rezo súbito. Amén ■
De agitarse en el mundo
Como una mariposa sacudida.
La sombra fugitiva ya se esconde.
Un temblor vagabundo
En la penumbra deja su fatiga.
Y rezamos, muy juntos,
Hacia dentro de un gozo sostenido.
Señor, por tu profundo
Ser insomne que existe y nos cimenta.
Señor, gracias que es tuyo
El universo aún; y cada hombre
Hijo es, aunque errabundo,
Al final de la tarde, fatigado,
Se marche hacia lo oscuro
De si mismo; Señor, te damos gracias
Por este ocaso último.
Por este rezo súbito. Amén ■
de la Liturgia de las Horas
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