Alguien, con mayúsculas, nos ha convocado a la existencia. Y Alguien nos convocará a la eternidad. Nos acogerá en un encuentro difícil de explicar. Será algo parecido a aquel encuentro que hace siglos tuvieron Jesús y la Magdalena, junto al sepulcro vacío. Ella estaba desolada y confusa, cree que ese Hombre es un hortelano que se ha llevado el cuerpo de quien tanto amaba. Le pregunta sin mirarle al rostro “¿dónde ha puesto el cuerpo que estaba en el sepulcro?....Él le dice solamente “¡María!”. Y ella vuelve la cabeza enloquecida. Si una mujer ha llorado de alegría alguna vez, si alguien sabe qué significa estallar de gozo y de felicidad, tuvo que ser ésta. Algo parecido nos sucederá a nosotros. En el momento que pensemos que todo se ha hundido para siempre, que nuestro sepulcro está vacío y que nada tiene sentido, Alguien, junto a nosotros, pronunciará nuestro nombre y , entonces…¡qué locura!, ¡el pecho estallará y nuestros ojos serán fuegos artificiales de alegría!. Y una eternidad llena de nuestras lágrimas de gratitud. Alguien siempre está muy cerca ■
Ilustración: Federico Barocci (1535 - 1612), Cristo y María Magdalena (Noli me tangere), 1590, óleo sobre tela, 259 x 185 cm, Düsseldorf Gallery.
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