¡Gracias!


Dice el libro del Eclesiastés que

hay un tiempo señalado para todo, y hay un tiempo para
cada suceso bajo el cielo:
tiempo de nacer, y tiempo de morir;
tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
tiempo de matar, y tiempo de curar;
tiempo de derribar, y tiempo de edificar;
tiempo de llorar, y tiempo de reír;
tiempo de lamentarse, y tiempo de bailar;
tiempo de buscar, y tiempo de dar por perdido;
tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
tiempo de rasgar, y tiempo de coser;
tiempo de callar, y tiempo de hablar;
tiempo de amar, y tiempo de odiar;
tiempo de guerra, y tiempo de paz.

Con éste envío del último domingo del tiempo ordinario termina un ciclo y llega el tiempo de guardar silencio y meditar, un tiempo de volver sobre la Palabra de Dios, pero en silencio. Estos sencillos envíos semanales empezaron allá por Agosto del año 2007 y terminan hoy con el que nos prepara para la solemnidad de Jesucristo Rey del Universo el año del Señor del 2015. Fueron ocho años de caminar juntos domingo a domingo, de acercarnos juntos a la Palabra de Dios, a la Tradición de la Iglesia, al arte cristiano y a los maestros de espiritualidad.  Mina de Olloqui es la primera que aparece en la lista, y Alex Altamirano el último (¡y porque cambió de correo!), entre ellos dos están todos ustedes: con cada uno y sus familias tengo una historia, una amistad y muchos recuerdos. A todos les agradezco su paciencia y su oración en éstos años ¡el Señor sabe cuánto nos sostiene a los sacerdotes la oración de los amigos! El blog (http://ideasueltas-father.blogspot.com) seguirá activo un tiempo más, quizá dé paso a otro proyecto, quizá no, quizá, como todo en esta vida, desaparezca; en realidad el único que permanece –y esto es lo que verdaderamente importa-  es el Señor, a Él toda la gloria y todo el honor por los siglos de los siglos.  Un abrazo muy fuerte y muy cariñoso para todos,

Fader

Sí, así con d. Fue hace muchos años (dieciséis más menos) que mi tío Ismael (q.e.p.d) me empezó a llamar así –father- y luego fue Claudia, la esposa de mi gran amigo Roberto, quien le puso la d, y así, fader, hasta el sol de hoy •

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Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


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