Dios de los padres y Señor de la
misericordia,
que con tu palabra formaste al
hombre,
para que dominase sobre tus
creaturas,
y para que rigiese el mundo con
rectitud de corazón.
Dame la sabiduría asistente de tu
trono
y no me excluyas del número de tus
siervos,
porque siervo tuyo soy,
hijo de tu esclava, hombre débil y
de pocos años,
demasiado pequeño para conocer el
juicio y las leyes.
Pues aunque uno sea perfecto entre
los hijos de los hombres,
sin la sabiduría, que procede de ti,
será estimado en nada.
Contigo está la sabiduría conocedora
de sus obras,
que te asistió cuando hacías el
mundo,
y que sabe lo que es grato a tus
ojos
y lo que es recto según tus
preceptos.
Mándala de tus santos cielos
y de tu
trono de gloria envíala
para que me asista en mis trabajos
y venga yo a saber lo que te es
grato.
Porque ella conoce y entiende todas
las cosas,
y me guiará prudentemente en mis
obras,
y me guardará en su esplendor •
Cántico de Salomón (Sabiduría
9,1-6.9-11)
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