Quizá nos quedemos encerrados algunas veces,
sin posibilidad de tomar aires nuevos (o viejos), sin derroteros o sendas para
andar. Esto puede ser muy frecuente en las horas que no dejan respiro o que
repiten las mismas "melodías" o vuelcan las copias de dichos pasados
en la frialdad de un papel muerto... Pero la realidad no es esto que leo con
mis sentidos quizá turbados. La realidad no es lo que llega sin aureola o sin
profundidad. No, no es lo que estoy viendo o padeciendo ahora, porque lo REAL
siempre está escondido y respira muy hondo donde no acierto a imaginar y mucho
menos a encerrar... Sí, lo REAL. Miras para un lado o para otro y nada
distingues y hasta puedes quedar sumergido en algún sueño. Pero, es preciso
descubrir lo REAL más allá de cualquier desengaño o desesperación o desilusión.
Porque esto que me aprisiona, esto que me limita no es mi camino ni
"el" camino. Nada ni nadie nos detiene. La "aspiración"
profunda en la plegaria, en la vida, es "soplo" de Dios. En un sólo
instante, en menos de un instante, por gracia del Altísimo descubrimos lo REAL
y desvelamos el corazón más allá de las fronteras repetidoras y asfixiantes. Siempre
amanece... Más alto que el sol y todas las estrellas y más cerca que cualquier
inmediatez imaginable o no. Sigamos,
pues, nuestra peregrinación, que no estamos aquí ni más allá... "¡Señor,
mándanos ir a Tí caminando sobre el agua!"... ¡Hombre de poca Fe nunca
dudes! • Alberto E. Justo
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