Mira que estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré
con él, Y él conmigo (Apoc 3,20) Llamar a la puerta es una metáfora
adecuada para hablar de un corazón que despierta, de un corazón atento. El
crecimiento espiritual exige “caer en la cuenta”, reconocer la llamada. El
reconocimiento y la aceptación del yo verdadero se produce cuando lo intentamos
deliberadamente y extendemos la entusiasta respuesta al proceso de
transformación. Varios textos bíblicos refieren a la puerta: Jesús se describe
a sí mismo como puerta en el Evangelio de Juan; en Apocalipsis es descrito
esperando a la puerta, y la puerta somos nosotros, nuestro corazón. En una
pintura conocida aparece Jesús llamando y esperando que le abran la puerta.
Podemos usar el texto de Apocalipsis para desarrollar nuestra imagen, meditando
en cada una de sus frases. Dios es siempre el que da el primer paso, el que
toma la iniciativa, el que aguarda a la puerta (poema del breviario). Dios
llama de muchas maneras, por muchos caminos nos llega su voz. Estar despiertos
nos permite escuchar su llamada, y abrir la puerta del corazón y de la vida al
Amado. Una cosa es estar ante la puerta y otra es llamar. Son dos momentos
diferentes, relacionados entre sí. En uno puede haber miedo o incertidumbre, o
espera del momento propicio. En el otro seguridad, decisión, certeza. Voluntad,
propósito. Imaginémonos a Jesús ante nuestra puerta. Cuando alguien llama lo
puede hacer de diversos modos. Un solo golpe fuerte, golpes continuos, o con
levedad. El modo de llamar de Cristo puede variar, pero la esencia del mensaje
es la misma: “Déjame entrar en tu vida, en casa parte de ella, y te haré
crecer”. Para poder escuchar la llamada necesitamos despejar y ordenar nuestro
horizonte interior, apartando los ruidos perturbadores, las tantas voces que
nos distraen de lo esencial. El silencio y la soledad nos ayudan en este
sentido, haciéndonos más conscientes de una Presencia interior. ¡Es tan
importante para nosotros escuchar la voz interior del amor! “En el fondo de
nosotros hay una voz que está constantemente invitándonos a amar y hacer lo
bueno”. Es la voz de la sabiduría que nos proporciona guía y orientación, que
acoge al perdido y consuela al doliente, que amonesta y alienta, que se
compadece.Esta reflexión tiene como objetivo primordial el tomar consciencia de
la presencia del Amado llamando a nuestra puerta, y en cómo podemos responder,
prestando atención al modo en que, Aquel que mora en nosotros, llama a nuestra
puerta. ¿Cómo respondemos? ¿Cómo llamamos nosotros a la puerta de Dios? ¿Qué
pasará cuando las puertas se abran? ■ Abre la puerta, de Joyce
Rupp, Ed. Sal Terrae.
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