El
Cristo de San Damián es una cruz del Medioevo creada en torno al año 1190 para
la Iglesita dedicada a San Damián, encargada seguramente por un gremio de
comerciantes de Asís. El proceso de conversión de San Francisco de Asís fue
largo, en este proceso, su segundo gran encuentro con Cristo, del que nos ha
quedado constancia tiene lugar ante el Crucifijo de San Damián, cuando Cristo
le responde a su pregunta e inquietud con estas palabras: "Francisco, ve y
repara mi iglesia que amenaza ruinas". La célebre oración ante el crucifijo de San
Damián, a decir de algunos biógrafos, es la respuesta que Francisco da a estas
palabras ■
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