El Concilio Vaticano II ha presentado a la Iglesia
como sacramento de unión de los hombres con Dios, y de los hombres entre ellos.
Un sacramento es una realidad del mundo que revela el misterio de la salvación
porque éste se está realizando. Sin ser del mundo, nuestra Iglesia ¿está bien
en el mundo? Ella es visible, pero su mensaje ¿es legible? De alguna manera,
nosotros no debemos ser signos de la Iglesia, sino signos de Cristo y es en
ello que seremos Iglesia: rostro y palabra de Cristo, vivos y proclamando la fe
de siempre con las palabras de hoy Una Iglesia capaz de acoger al mundo como es
■ Mons.Yves Patenótre,
Arzobispo de Sens (Francia)
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