El hombre de la fotografía es el padre Pedro
Arrupe, quien fuera superior general de la Compañía de Jesús de 1965 a 1983. Vivió
muchos años en Japón (estaba allí cuando cayó la bomba atómica), y ahí tomó el
gustó de rezar en la postura acostumbrada por los orientales. La fotografía es
de una belleza y una simplicidad muy profundas. Los zapatos a un costado; la
sotana; el rostro tierno y sereno; las manos abiertas hacia abajo; la luz misma
discreta; y la cruz insinuada por el panel, detrás del cual espiamos el
misterio que siempre es el encuentro del otro con Dios. Además, es un icono de
encuentro: un occidental rezando como oriental; un cristiano en postura
budista. Una imagen es que despierta un deseo de orar, de abrirnos en silencio
a la brisa suave, de beber sorbitos de amor, serenidad y comunión ■
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