Secreto maravilloso, que es la vida... ¡Cuántas veces olvidamos lo más
simple y directo! Pero allí estamos porque Dios está... Golpeamos puertas
pequeñas, muy pequeñas, y descuidamos que hay Alguien a nuestra puerta, ya en
nuestro corazón, que aguarda nuestra atención y adhesión... Nunca lo
meditaremos bastante... Pero "aquello", o "Aquél", no es
"objeto". No reduzcamos la visión interior. Descendamos cada vez más
en el ámbito, en lo íntimo y más escondido, siguiendo en el respiro profundo el
camino que más nos vela, nos revela y nos cela... Sí, el camino que nos esconde
y que nadie conoce ¡Y no importa que nadie lo conozca! Así es mejor. El
silencio es horizonte fecundo ■ Alberto
E. Justo
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