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Secreto maravilloso, que es la vida... ¡Cuántas veces olvidamos lo más simple y directo! Pero allí estamos porque Dios está... Golpeamos puertas pequeñas, muy pequeñas, y descuidamos que hay Alguien a nuestra puerta, ya en nuestro corazón, que aguarda nuestra atención y adhesión... Nunca lo meditaremos bastante... Pero "aquello", o "Aquél", no es "objeto". No reduzcamos la visión interior. Descendamos cada vez más en el ámbito, en lo íntimo y más escondido, siguiendo en el respiro profundo el camino que más nos vela, nos revela y nos cela... Sí, el camino que nos esconde y que nadie conoce ¡Y no importa que nadie lo conozca! Así es mejor. El silencio es horizonte fecundo Alberto E. Justo

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Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


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