Esta ilustración alemana de 1956 en una tarjeta Art Déco de reminiscencias
bizantinas, se centra en el hecho mismo de la Dormición-Muerte de la Virgen. El
símbolismo bautismal-pascual de la candela encendida es sumamente expresivo y
central, de hecho está colocada ocupando el sitio que tradicionalmente se
reserva a Cristo en la iconografía. El medio círculo sugiere la mandorla de
Cristo, mientras las iniciales griegas de Madre de Dios (Mêter Theoû) cobran
una importancia que jamás tienen en la iconografía bizantina. El místico ramo
de azucenas dejado -como por descuido-, en una esquina (a la cabeza), no sólo
es un ícono de la sencillez de María, sino parece una evocación deliberada de
aquellos versos de San Juan de la Cruz: Quedéme
y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo y dejéme -dejando mi
cuidado-, entre las azucenas olvidado...■
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