Ella (María) misma sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de
él esperan su confianza y reciben la salvación. En fin, con ella, excelsa hija
de Sión, tras larga espera de la promesa, se cumple la plenitud de los tiempos
y se inaugura la nueva economía, cuando el Hijo de Dios asumió de ella la
naturaleza humana para librar al hombre del pecado mediante los misterios de su
carne (Lumen Gentium, n. 55). El texto sitúa a la Virgen entre los humildes y
los pobres del Señor porque, según las tradiciones de Israel, eran ellos los
que reconocerían y acogerían al Mesías y así, María -la Hija de Sión- es
presentada como la personificación de todas las esperanzas y todas las
profecías que alentaba el pueblo de Dios ■
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