Sembrador de semillas divinas
que del cielo has traído a la
tierra
con parábolas bellas sembrabas
tu palabra de amor, que era
nueva.
Sembrador de Evangelio, Jesús,
el amor es tu inmensa cosecha;
ya los campos dorados anuncian
que eras tú el Sembrador de la
siembra.
Las semillas del Verbo esparcidas
por doquier en culturas diversas,
anunciaban que Dios Encarnado
en el mundo ya era presencia.
Somos tierra por Dios abonada
para el ciento por uno en la
siega;
no haya zarzas que ahoguen el
tallo,
no haya piedra que el suelo
endurezca.
Sembrador, esperanza del hombre,
Sembrador en mi vida y faena,
yo contigo dispuesto a por todo,
serás tú cosechero en mi era.
Que mi fe sea ahora alabanza,
al mirarte, Jesús, cómo creas:
Tú trabajas y el Padre trabaja:
el amor, que es tu gracia,
florezca. Amén ■
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.
Puebla, 6 julio 2011.
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