Se aprovecharon tanto los
Apóstoles de la Ascensión del señor que todo lo que antes les causaba miedo,
después se convirtió en gozo. Desde aquel momento elevaron toda la
contemplación de su alma a la divinidad sentada a la diestra del padre, y ya no
les era obstáculo la vista de su cuerpo para que la inteligencia, iluminada por
la fe, creyera que Cristo, ni descendiendo se había apartado del Padre, ni con
su Ascensión se había apartado de sus discípulos ■ San León Magno, Sermón
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