Tened cuidado del engaño cuando oráis o cantáis salmos al Señor. Los
demonios sorprenden los sentidos del alma y nos hacen, traicioneramente, decir
una cosa por otra, cambiando por blasfemias los versículos de los salmos y
haciéndonos proferir impiedades. O bien, cuando entonamos el salmo, nos hacen
llegar rápidamente al final, borrando de nuestro espíritu la parte del medio, o
nos hacen dar vueltas en redondo sobre el mismo versículo, sin dejamos
encontrar la continuación del salmo. O, cuando hemos llegado al justo medio,
bruscamente nos retiran el recuerdo de todos los versículos que siguen, de modo
que olvidamos el versículo que teníamos sobre los labios y no podemos
reencontrarlo ni volverlo a atrapar. Actúan de ese modo para debilitamos y
disgustamos y también para arruinar los frutos de la oración, volviéndonos
sensibles a su extensión. Pero resistid valientemente y ligaos cada vez más a
vuestro salmo para, en la contemplación, recoger en los versículos los frutos
de la oración y enriqueceros con la iluminación del Espíritu santo, reservada a
las almas que oran ■ Nicetas
Stethatos (aldededor del a. 1005)
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