El sol radiante no sabe
quién es malo, quién es bueno:
Dios Padre desde su seno
es de todos Padre suave.
Ojo por ojo en la injuria,
quedaremos todos ciegos;
diente por diente en la ofensa,
y sin dientes quedaremos;
y pecado por pecado,
más pecadores seremos.
¡Oh Jesús, misericordia,
en este gran desconsuelo!
El sol radiante no sabe
quién es malo, quién es bueno:
Dios Padre desde su seno
es de todos Padre suave.
Mi corazón tan herido
en su raíz muy adentro,
siente el pecado bramar,
que en mí siento el mundo
enfermo.
Soy pecador en lo oscuro,
por eso soy justiciero.
¡Oh Jesús, mi santidad,
tú conoces mi deseo!
El sol radiante no sabe
quién es malo, quién es bueno:
Dios Padre desde su seno
es de todos Padre suave.
No odiarás al enemigo,
le darás perdón sincero,
lo amarás como en la cruz
yo amaba por ti muriendo.
El amor es el milagro,
primicia del mundo nuevo.
¡Amador a lo imposible,
abre, Jesús, tu secreto!
El sol radiante no sabe
quién es malo, quién es bueno:
Dios Padre desde su seno
es de todos Padre suave.
Oh Padre, mi perfección,
tu corazón yo lo quiero,
y todo tu corazón
como mi solo modelo.
Tu corazón, Padre mío,
fue en Jesús el Evangelio;
¡y es mi vida por tu gracia,
Padre…, Padre…, Padre bueno!
■ P. Rufino Mª Grández,
ofmcap.