La fecundidad de María es aquí la imagen de la fecundidad de toda alma que
acepta hacer silencio en ella para recibir plenamente la Palabra de Dios, como
María ha recibido el mensaje del Ángel. Esta escucha pasiva puede parecer muy
fácil; en realidad exige una gran ascesis. Esta escucha hace desaparecer
nuestro yo y todas sus pretensiones para concentrarse en un Otro, de tal manera
mayor, que nuestros pensamientos desfallecen ante Él. Pero en este silencio, el
alma es misteriosamente tocada por Dios y se transforma en Él. Del fondo del
ser brota entonces una vida nueva, bendición para aquel o aquella que ora así y
para toda la Iglesia ■ Fray Juan
Taulero (monje dominico del siglo XIV), meditación sobre los misterios gozosos
del Santo Rosario.