Santa María Madre de Dios


La Madre llena de ternura
que arrima un Hijo a sus mejillas
alce también hasta su rostro
a esta familia reunida.

Y esos sus ojos penetrantes
que a todos unen y cobijan
pongan la paz y el suave gozo
en esta ofrenda vespertina.

Una mujer de nuestra tierra,
una entre todas tan sencilla,
es por la Iglesia proclamada
Madre del Verbo de la vida.

Madre del Dios omnipotente,
ella que esclava se decía,
la virgen cuyo don precioso
al mundo entero santifica.

Sea la Reina de la paz,
ella quien cure las heridas;
sea la aurora y la promesa
del Año Nuevo que principia.

Te bendecimos, Flor bendita,
y te pedimos, oh María,
tu corazón sumiso y puro
y esa tu fe contemplativa.

¡Honor a Cristo nuestro hermano,
nuestro por penas y fatigas,
y la mujer que nos lo entrega
sea por siempre bendecida! Amén

P. Rufino Mª Grández, ofmcap,

Madrid, 1 enero 1977

Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


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