¡Viva Cristo Rey!

Divino Rey del reino del amor,
tú alzas corazones, tú fascinas,
y tú doblegas, suave, voluntades,
rendidamente en ti, Jesús, prendidas.

En medio de la tierra, tú eres fuego,
brasero en el altar que al cielo mira;
viniste a preparar un holocausto
y ardiendo está el amor con que calcinas.

No buscas un imperio de grandezas
ni por decreto o leyes tú dominas,
tú reinas desde dentro, donde nadie,
a nadie ser y vida sacrifica.

Tú eres Rey, mi único Señor,
y allí donde camine tú caminas,
tu paz divina a todos irradiando,
creando un mundo nuevo, una familia.

Mi casa es tu reinado y mi trabajo,
y yo te quiero dar ciudadanía,
que nadie como tú al mundo ama,
eternamente amigo de la vida.

¡Oh Cristo, flor en labios de amadores,
Palabra siempre nuestra, ardiente y viva,
la luz fontal de Dios es toda tuya,
derrámala en la tierra, reina y brilla! Amén
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.

Puebla, 14 noviembre 2010

Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


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