Asómbrate... El Señor llega. Permanece en silencio y en paz. ¿Por qué
temer? No es tan grande el "poder" en este mundo que siempre tenga
que despertar "temores" y producir "sustos". Nada de eso.
La sencillez del niño, la vocación del más pequeño, es la mejor invitación a la
grandeza y a la gloria. ¿No queremos entenderlo? ¿No acabamos de aceptarlo? Y
sin embargo el tesoro está allí. El pequeño, este pequeño, siempre tiene Padre.
Ven al Padre, déjate levantar en sus brazos, en su amor infinito. ¿Dónde hallar
la comprensión y el afecto que siempre se echan de menos? No perdamos tiempo y
entusiasmo con mediaciones o problematizaciones. El camino que se nos señala es
directo. Directo y simple. Redescubramos esa dichosa intimidad que se nos
regala y demos siempre el testimonio de la alegría que brota del corazón sin
ficciones ■ Ermitañourbano