La Niña Virgen o Divina Infantita tiene sus
orígenes de devoción en el México del siglo XIX. Se le atribuye su veneración a
la monja Concepcionista Sor Magdalena de San José. Un día 6 de enero de 1840,
durante los festejos de los Santos Reyes, Sor Magdalena ante el pesebre del
Niño Dios se preguntó: ¿Por qué a la Madre de Dios no se le celebraba su nacimiento
como a su Hijo Jesús? Y mientras reflexionaba acerca de cómo alabar a la
Santísima Virgen Niña, Ella se le apareció recién nacida con un vestido de
luces, sobre unas nubes, recostada y escuchó que decía: "CONCEDERÉ TODAS
LAS GRACIAS QUE ME PIDAN LAS PERSONAS QUE ME HONREN EN MI INFANCIA, PUES ES UNA
DEVOCIÓN MUY OLVIDADA". Conmovida por tan inexplicable evento comenzó a
comunicarlo a su comunidad, su corazón sintió la alegría de venerarla por lo
que pidió permiso a la madre Guadalupe de San Lorenzo para que se realizará una
advocación de la aparición que había presenciado y así cumplir con el deseo de
devoción de la Santísima Virgen Niña ■