En el "fondo" nada hay
violento... Descender a lo hondo del corazón es el camino de la paz... Todo es
ahora. El Señor no nos llama "para mañana", nos llama para hoy: ¡YA!
Así es. La aspiración del alma consiste en "dejarse aspirar". La
ternura de Dios no conoce interrupciones. A cada instante. Esta es la ocasión
propicia. Y si percibimos silencio y vacío; si parece que nos envuelve la
soledad, no dudemos en absoluto, no nos detengamos en nuestro abandono y en
nuestra confianza. El silencio nos enseña a pasar más allá o a descubrir esa
intimidad siempre nueva, que es la del "fondo del alma",
"lugar" de sólo Dios. El Padre no deja de llamarnos. Y nos llama
viniendo. No se trata de una "voz" lejana, allá, como un eco en las
montañas. Es Él mismo aquí y ahora, de un modo, desde luego, inefable y hasta
silencioso ■ un ermitaño
urbano