Nada pierdes de “tu” pasado si
has sabido guardarlo en el Corazón de Cristo... No podemos sospechar la
proyección infinita de nuestra vida hecha Una en el Corazón del Señor. Todo lo
que ayer soñábamos, todo lo que ha latido con la moción de su Gracia, nuestros
caminos, nuestra peregrinación –a veces increíble- acaba transfigurándose y
realizándose (como no lo imaginamos) en Dios. Dejemos brillar el Misterio
acogiendo el regalo divino... El silencio y la admiración abren lo que parecía
olvidado o sin sentido ■ Un ermitaño urbano