Estamos tan sólo de paso en la
tierra, y esto nos hace recordar nuestra más secreta y profunda condición de peregrinos; nos
hace recordar que la tierra no es nuestra meta definitiva, que estamos en camino hacia el mundo nuevo, y
que las cosas de la tierra no
constituyen la realidad última y definitiva. Apenas nos atrevemos a
decirlo, porque se nos echa en
cara que los cristianos no se han preocupado nunca de las cosas terrenas, que
no se han entregado en serio a
edificar la ciudad nueva de este mundo, siempre con el pretexto de que tenían en el otro su morada.
Nada de esto es verdad. Quien se zambulle en el mundo, aquel que ve en la tierra el único cielo, hace de la
tierra un infierno, porque la fuerza
a ser lo que no puede ser, porque quiere poseer en ella la realidad
definitiva, y de esta suerte exige
algo que le enfrenta consigo mismo, con la verdad y con los demás ■ JOSEPH
RATZINGER, EL CAMINO PASCUAL, BAC
POPULAR MADRID-1990.Págs. 107-113.