para seguirle en su marcha;
subamos por la pendiente,
nos dan los olivos ramas;
con ellas demos victoria,
y nunca a esos ojos lágrimas.
Del monte de los Olivos
se acerca a la Villa Santa;
ya baja por el Cedrón
y sube hacia la muralla,
abríos, puertas de oriente,
al Rey Mesías que avanza.
¿Qué le daremos al rey
que viene a darnos su gracia?
¡Oh Cristo, cuando tú veas
moverse las verdes palmas,
recibe los corazones
que a ti cual Rey se consagran!
Feliz la Iglesia te acoge,
te aclama en pura alabanza;
¡oh Redentor compasivo,
que vas a una muerte ingrata,
de amor será tu corona,
que amor con amor se paga!
¡Oh Cristo que nos visitas,
divina luz que nos baña,
por tu sangrienta victoria
y por tu fúlgida Pascua
a ti la gloria perenne
que el Padre te da en la Patria!
Amén ■
Belén, Domingo de Ramos, 1985.
RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (letra)
– FIDEL AIZPURÚA
(música), capuchinos.