Orar es amar. Amar es abrirse a alguien, acogerlos permanecer interiormente
con él; es estar vinculado a él vitalmente; es comunión en el pleno sentido de
la palabra; es tener conciencia de no estar uno solo... Un misterio sublime que
satisface los anhelos más íntimos del ser humano. Una humilde, simple y
silenciosa presencia junto al Señor que nos seduce ■ Pedro Finkler , Orar (Capítulo 11 de Buscad al Señor con alegría)