El Señor me pide que suba a una montaña para dedicarme aún más a la oración y a la
meditación. Pero esto no significa abandonar a la Iglesia. Es más, si Dios me
pide esto es precisamente para poder seguir sirviéndola con la misma dedicación
y el mismo amor con el que lo he hecho hasta ahora, pero de un modo más adecuado
a mi edad y a mis fuerzas ■ BENEDICTO
XVI