Acepta que aún no eres santo, aunque comprendas que la única cosa por la
que merece la pena vivir es la santidad. Entonces te sentirás satisfecho
permitiendo que Dios te conduzca hacia la santidad por sendas que no puedes
comprender. Caminarás en la oscuridad sin preocuparte por tí mismo ni
compararte con otras personas. Quienes han avanzado por este camino han descubierto
finalmente que la santidad está en todas las cosas y que Dios está siempre con
ellos; despiertan de improviso y descubren que la alegría de Dios está en todas
partes ■ T.
Merton