el ramo de la Paloma,
con el aceite purísimo
que ha ungido a la Iglesia toda.
En un diluvio de amor
Dios desciende y se desborda:
y los nuevos manantiales
fueron aguas milagrosas.
El Sol se metió en el agua
y el agua fue luminosa,
corriente del sacramento
que purifica a la esposa.
¡Oh santa Teofanía
de Encarnación amorosa!:
Dios que es carne, humanidad
será siempre nuestra gloria.
Belén, Jordán y Caná
son luz de divinas bodas:
la pureza de Jesús
sea mi ofrenda preciosa.
¡Oh Padre de caridad,
que transformas lo que tocas,
por el Hijo en el Espíritu,
eterno amor donde moras! Amén ■
P. Rufino Mª Grández, ofmcap.