En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo,
Dios todopoderoso y eterno.
Tú llamas a la vida eterna con Cristo
a los que fueron redimidos por él,
y otorgaste el don de tu gracia
a los que había muerto a causa del
pecado.
Por eso, unidos a los coros de los
ángeles,
cantamos un himno a tu gloria,
diciendo sin cesar:
Santo, Santo, Santo es el Señor
Dios del Universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu
gloria.
Hosanna en el cielo.
Bendito el que viene en nombre del
Señor.
Hosanna en el cielo
■ Prefacio de Difuntos (V) del Misal Romano