Así como los pájaros tienen sus
nidos en los árboles, para retirarse a ellos cuando tienen necesidad, y los
ciervos sus escondrijos y sus defensas, donde se ocultan y se amparan y donde
toman el fresco de la sombra en el verano, de la misma manera, Filotea,
nuestros corazones han de escoger, cada día, algún lugar, en la cima del
Calvario, en las llagas de Nuestro Señor o en cualquiera otro sitio cercano a
Él, donde guarecernos en toda clase de ocasiones, donde rehacernos y recrearnos
en medio de las ocupaciones exteriores, y para estar allí, como en una
fortaleza, para defendernos contra las tentaciones. Bienaventurada el alma que
podrá decir con verdad al Señor: Tú eres
mi casa de refugio, mi firme defensa, mi techo contra la lluvia, mi sombra
contra el calor ■ S. Francisco de Sales,
Introducción a la vida devota.