María es, verdaderamente, nuestra Madre. Nos da la vida, la protege y la
defiende. Su papel maternal consiste especialmente en hacer nacer en nosotros a
Jesús. No puede darlo a quien no está preparado, pero Ella misma hace
precisamente esta preparación. La donación exterior del Niño Jesús, que tan a
menudo ha sido hecha en favor de los Santos, no es más que un símbolo de esta
donación real. De no ser así, ¿para qué hubiera servido este gesto, por dulce
que fuera, si se hubiese mantenido puramente exterior? Considerar a la Santísima Virgen como a nuestra Madre, como la de cada uno
de nosotros en particular. Habladle como a una persona viva (…) María es
vuestra Madre. Haced todas vuestras acciones por su gracia, en su amable compañía
y bajo su dulce influencia. Pensad en Ella al comienzo y renunciad a vuestras
maneras de ver y de querer para adoptar las suyas. Intentadlo. Perseverad.
Pedidle que os conceda a Jesús y que dé a Jesús vuestras almas (…) En los
momentos de cansancio, descansad sencillamente junto a vuestra Madre Celestial.
Vivid bajo la mirada del Divino Maestro y de su Santísima Madre. Tened
confianza en su afecto por vosotros; gustad de decírselo a menudo ■ R. de Langeac , La vida oculta en Dios.