Jesús de mi intimidad,
lo que leo es lo que pasa,
que es ésa mi Eucaristía,
con la Iglesia celebrada.

 Jesús, te veo y te gozo,
ábreme tus manos santas,
y tu mismo corazón,
cuando comulgo en tu casa ■

Fray Rufino María Grández
Tlalpan, Verbo Encarnado, 21 julio 2009.

Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


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