Solemnidad de la Anunciación del Señor


La esclava del amor ha dicho sí,
¡benditos esos labios!,
Y cruza en obediencia sobre el pecho
las manos que ya guardan al Amado.

La Nube luminosa la penetra,
fecunda el vientre casto;
¡qué gozo ser la más pobre y pequeña,
teniendo tal tesoro en su sagrario!

María, toda humilde, dulce hermana
al par de los hermanos;
mas eres ya, oh Eva del anuncio,
la Madre que nos lleva en el regazo.

Abriste el corazón cuando creíste
con ojos agrandados;
¡oh!, ábrenos tus brazos como al Hijo
y ciérranos al pecho cobijados.

Temblando de estupor y de ternura
al lado tuyo estamos;
tu fe de creatura, excelsa Madre,
tu ardiente fe, nosotros imploramos.

¡Gloriosa Trinidad, oh Dios amor,
oh Dios de los milagros,
la suma gloria y gozo por María,
la Madre y Virgen santa, tributamos! Amén 
P. Rufino María Grández, Himnario de la Virgen María.

Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


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