(Jesús)
Agua del pozo quisiera,
que tengo en el alma sed;
si quieres, tú pues darme;
dame, mujer, de beber.
Honda está el agua, tan honda
que apenas se puede ver;
del agua fresca que mana,
dame, mujer, de beber.
(La Samaritana)
Tus ojos son como un pozo,
en ellos yo naufragué;
eres Profeta, conoces
la vida de esta mujer.
De tus labios agua viva
he venido a recoger;
yo soy la Samaritana,
yo te pido de beber.
(La Iglesia)
Yo soy la Iglesia sedienta;
vengo, cansados los pies,
y el corazón abrasado,
porque me quema la fe.
Tengo sed. Dame tu rostro,
que vea a Dios tal cual es;
dame el don que eres tú mismo,
tu amor y tu padecer.
Te adoramos, Verbo fuente,
que buscas saciar tu sed;
eres corriente que viene
desde el jardín del Edén.
eres corriente que vuelve
al Padre que da el nacer;
¡seas bendito por siempre,
oh Fuente de todo bien! Amén ■
RUFINO MARÍA GRÁNDEZ (letra),
FIDEL AIZPURÚA (música), capuchinos.
Himnario de las Horas.