Para que al nombre de Jesús, 
toda rodilla se doble en los cielos, 
en la tierra y en los abismos, 
y toda lengua confiese que Cristo Jesús es Señor 
para gloria de Dios Padre. 

■ Filipenses 2, 5-11. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


Powered By Blogger