Quién es ese que camina en las aguas? 
¿Quién es ese que a los sordos hacer oír? 
¿Quién ese que a los muertos resucita? 
¿Quién es ese que su nombre quiero oír?

Es Jesús, es Jesús,
Dios y hombre que nos guía con su luz.

¿Quién es ese que los mares obedecen?
¿Quién es ese que a los mudos hace hablar?
¿Quién es ese que da paz al alma herida
y pecados con su muerte perdonó?

¿Quién es ese que a nosotros ha llegado?
¿Quién es ése, Salvador y Redentor?
¿Quién es ese que su Espíritu nos deja
y transforma nuestra vida con su amor?

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Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


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