Alegría, María, aleluya!,
alegría, primicia de Pascua;
hoy los cielos festejan a Cristo,
y te aclaman cual flor de su gracia

Alegría en el cielo y la tierra,
que hoy es fiesta mayor de esperanza;
tú precedes al pueblo salvado
como imagen e inicio en la Patria.

Eres áncora, estrella y bandera
de la Iglesia que lucha y avanza;
tú has llegado, oh Madre, primera,
y tu gloria la nuestra presagia.

Redimida en Jesús Redentor
hoy florece la gracia sin mancha;
para ti su victoria gloriosa,
la corona que el Hijo regala.

Alegría y albricias, oh Madre,
tú, la Esposa del Rey coronada;
con nosotros comulgas tu dicha,
y hoy nos llevas contigo a sus plantas.

¡Gloria a Cristo, bendito y hermoso,
de la Iglesia la paz alcanzada!
¡Suba a él, cual perfume oloroso,
por María la plena alabanza! Amén R.M. Grández, Capuchino. 

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Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


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