El hombre debe acostumbrarse a no buscar ni desear lo suyo en nada sino que [ha de] encontrar y aprehender a Dios en todas las cosas. Porque Dios no otorga ningún don —y nunca lo otorgó— para que uno posea el don y descanse en él. Antes bien, todos los dones que Él otorgó alguna vez en el cielo y en la tierra, los dio solamente con la finalidad de poder dar un solo don: éste es Él mismo. Con todos esos dones sólo quiere prepararnos para [recibir] el don que es Él mismo; y todas las obras que Dios haya hecho alguna vez en el cielo y en la tierra, las hizo únicamente para poder hacer una sola obra, es decir, para que Él se haga feliz a fin de poder hacernos felices a nosotros.
Por lo tanto digo: Debemos aprender a contemplar a Dios en todos los dones y obras, y no hemos de contentarnos con nada ni detenernos en nada. Para nosotros no existe en esta vida ningún detenerse en modo alguno de ser, y nunca lo hubo para hombre alguno por más lejos que hubiera llegado. Antes que nada, el hombre debe mantenerse orientado, en todo momento, hacia los dones divinos y [esto] cada vez de nuevo ■ Meister Eckhart [1].
[1] Eckhart de Hochheim O.P. (Turingia, c. 1260 – c. 1328), más conocido como Maestro Eckhart (en alemán: Meister Eckhart). Dominico alemán, conocido por su obra como teólogo y filósofo y por sus visiones místicas. Meister en reconocimiento a los títulos académicos obtenidos durante su estancia en la Universidad de París. Fue el primero de los místicos renanos. Estudió teología en Erfurt, luego en Colonia y en París. Enseñó en esa última universidad, y administró la Provincia Teutónica de los dominicos y luego fue prior en Erfurt.
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