¡Oh Virgen toda hermosa sin mancilla!,
¿quién eres tú, María, tan amada,
para estar junto a Cristo la más próxima,
junto al hombre mortal la más cercana?
Yo soy el pensamiento de la Iglesia,
de Dios Padre nacido antes del alba,
en el Hijo bendito la bendita,
la cristiana, la gloria de su gracia.
Yo soy la pobre esclava del Señor,
en manos de mi Dios abandonada,
el milagro que él quiso para el Hijo,
para el Verbo Encarnado la Morada.
Yo soy cauce de fe de los creyentes,
figura de la Iglesia Inmaculada,
la porción elegida cual primicia
para ser de mi pueblo la esperanza.
Yo soy la Inmaculada Concepción,
la flor del corazón por Dios plantada,
la mujer vencedora del Dragón,
exaltada de lo hondo de mi nada.
¡Oh Cristo, el solo Santo en el Espíritu,
del Padre hasta nosotros toda gracia,
gloria a ti, que guardaste sin pecado
a quien fue por tu sangre preservada! Amén ■
Rufino Grández y Fidel Aizpurúa, Capuchinos
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