brotó el río de pureza,
para lavar la bajeza
a que nos bajó el pecado.
Cristo, herida y manantial,
tu muerte nos da la vida,
gracia de sangre nacida
en tu fuente bautismal.
Sangre y agua del abismo
de un corazón en tormento:
un Jordán de sacramento
nos baña con el bautismo.
Y, mientras dura la cruz
y en ella el Crucificado,
bajará de su costado
un río de gracia y luz.
El Padre nos da la vida,
el Espíritu el amor,
y Jesucristo, el Señor,
nos da la gracia perdida. Amén.
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