Como a su madre acuden los hijos sin temor,
venimos, Madre, a verte, a darte nuestro amor.
Siguiendo tu camino hallamos a Jesús.
Entre nosotros, Madre, todo lo hiciste tú.
Madre, tus hijos vienen cantando alegres una canción,
buscando en tu sonrisa, en tu regazo, su protección.
Ponen entre tus manos cual rosa ardiente su corazón.
Te dicen que te aman, que siempre, siempre, tus hijos son.
Lleno de confianza acudo Madre a ti,
pues sé que en mis peligros velando estás por mí.
Cual hijo que te ama procuraré vivir,
y en tu regazo, Madre, quisiera yo morir ■
Cesareo Gabaraín (1936-1991)
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