Tu reinarás, este es el grito que ardiente exhala nuestra fe.
Tú reinarás. Oh Rey bendito pues Tú dijiste: "Reinaré".
Reine Jesús por siempre, reine su corazón.
En nuestra patria, en nuestro suelo que es de María la nación
Tú reinarás, dulce esperanza que el alma llena de placer.
Habrá por fin paz y bonanza Felicidad habrá doquier.
Tú reinarás, dichosa era dichoso el pueblo de tal Rey.
Será tu Cruz la gran banderatu amor será la única ley.
Tu reinarás, este es el grito que ardiente exhala nuestra fe.
Tú reinarás. Oh Rey bendito pues Tú dijiste: "Reinaré".

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Y entonces uno se queda con la Iglesia, que me ofrece lo único que debe ofrecerme la Iglesia: el conocimiento de que ya estamos salvados –porque esa es la primera misión de la Iglesia, el anunciar la salvación gracias a Jesucristo- y el camino para alcanzar la alegría, pero sin exclusividades de buen pastor, a través de esa maravilla que es la confesión y los sacramentos. La Iglesia, sin partecitas.

laus deo virginique matris


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