Es una realidad que cada vez tenemos menos tiempo para escuchar. No sabemos acercarnos con calma y sin prejuicios al corazón del otro. No acertamos a escuchar el mensaje que todo ser humano nos puede comunicar. Encerrados en nuestros propios problemas, pasamos junto a las personas, sin apenas detenernos a escuchar realmente a nadie. Se nos está olvidando el arte de escuchar[1].
En el verano del 2006 se estrenó Babel, cinta dirigida por González Iñárritu[2] y que trata, de manera magistral, el problema de comunicación entre los seres humanos. La película muestra un mundo de personas, en general buenas, con un problema común: la incomunicación y los efectos de la mala suerte sobre sus vidas. Viven en esa cárcel que es la falta de comunicación. Sin embargo, hay salida y se muestra en dos escenas que pueden rozar el ridículo más espantoso: el marido que ayuda a su esposa en medio de una chabola en Marruecos, y descubre que la quiere y necesita, y la de la pobre chica sordomuda, neurótica, sola, que, desnuda, es abrazada en silencio por un padre al que ya no le quedan palabras, pero que la entiende. Una escena más que es como un golpe inesperado, que rompe códigos, que no obedece a criterios, que sale del corazón de un hombre bueno: la secuencia en la que el marroquí que ha ayudado en su tragedia a ese matrimonio norteamericano se niega a aceptar el dinero que le ofrece él. Eso se llama dignidad, humanidad y grandeza.
No resulta tan extraño que a los cristianos se nos haya olvidado, en buena parte, que ser creyente es vivir escuchando a Jesús y, por Él, escuchando a los demás. Más aún: sólo desde esta escucha nace la verdadera fe cristiana.
Cuando en la montaña de la transfiguración los discípulos se asustan al sentirse envueltos por las sombras de una nube, sólo escuchan estas palabras: Éste es mi Hijo muy amado en quien tengo puestas mis complacencias, escúchenlo.
La experiencia de escuchar a Jesús hasta el fondo puede ser dolorosa, pero es sin duda apasionante. No es el que nosotros habíamos imaginado desde nuestros esquemas y tópicos piadosos. Su misterio se nos escapa. Casi sin darnos cuenta, nos va arrancando de seguridades que nos son muy queridas, para atraernos hacia una vida más auténtica para hacernos a su imagen y semejanza[3].
En medio del caos que podemos encontrar en medio del ambiente en el que vivimos, encontramos a alguien que dice la verdad última: Jesús, precisamente porque él es la Verdad[4]. Alguien que sabe por qué vivir y por qué morir. Hay algo que nos dice desde dentro que tiene razón, que en la vida y en el mensaje del Señor está la verdad que nuestro corazón tanto anhela encontrar.
Si perseveramos en una escucha paciente y sincera, nuestra vida empezará a iluminarse con una luz nueva, y comenzamos a ver las cosas con más claridad. Iremos descubriendo cuál es la manera más humana de enfrentarnos a los problemas de la vida y al misterio de la muerte. Nos daremos cuenta de los grandes errores que podemos cometer los humanos, y de las grandes infidelidades que de hecho cometemos los cristianos.
Hemos de cuidar más en nuestras comunidades cristianas la escucha fiel a Jesús, ¿cómo comprender bien la Palabra cuando se llega tarde y descuidadamente a la celebración Eucarística?
Escuchar con atención a Jesucristo nos puede curar de cegueras seculares, nos puede liberar de desalientos y cobardías casi inevitables y puede infundir nuevo vigor a nuestra fe.
[1] Homilía pronunciada el 17.II.2008, II Domingo del Tiempo de Cuaresma, en la parroquia de St. Matthew, en San Antonio (Texas).
[2] El guión es del mismo González Iñárritu y del escritor Guillermo Arriaga, y está protagonizada por Gael García Bernal, Brad Pitt, Cate Blanchett, Adriana Barraza y Koji Yakusho. La película se estrenó en Cannes en junio de 2006 y completa la Trilogía de la muerte de González Iñárritu, iniciada con Amores perros y continuada con 21 Gramos. Babel ganó el Globo de oro a la mejor película de drama en el año 2007 y fue candidata a seis premios Oscar, entre ellos mejor película y mejor director, aunque finalmente sólo consiguió el premio en la categoría de mejor banda sonora. El trailer puede verse en http://www.paramountpictures.com.mx/index.php?id=185
[3] Cfr Gen 1, 26.
[4] Cfr Jn 14, 6-14.
En el verano del 2006 se estrenó Babel, cinta dirigida por González Iñárritu[2] y que trata, de manera magistral, el problema de comunicación entre los seres humanos. La película muestra un mundo de personas, en general buenas, con un problema común: la incomunicación y los efectos de la mala suerte sobre sus vidas. Viven en esa cárcel que es la falta de comunicación. Sin embargo, hay salida y se muestra en dos escenas que pueden rozar el ridículo más espantoso: el marido que ayuda a su esposa en medio de una chabola en Marruecos, y descubre que la quiere y necesita, y la de la pobre chica sordomuda, neurótica, sola, que, desnuda, es abrazada en silencio por un padre al que ya no le quedan palabras, pero que la entiende. Una escena más que es como un golpe inesperado, que rompe códigos, que no obedece a criterios, que sale del corazón de un hombre bueno: la secuencia en la que el marroquí que ha ayudado en su tragedia a ese matrimonio norteamericano se niega a aceptar el dinero que le ofrece él. Eso se llama dignidad, humanidad y grandeza.
No resulta tan extraño que a los cristianos se nos haya olvidado, en buena parte, que ser creyente es vivir escuchando a Jesús y, por Él, escuchando a los demás. Más aún: sólo desde esta escucha nace la verdadera fe cristiana.
Cuando en la montaña de la transfiguración los discípulos se asustan al sentirse envueltos por las sombras de una nube, sólo escuchan estas palabras: Éste es mi Hijo muy amado en quien tengo puestas mis complacencias, escúchenlo.
La experiencia de escuchar a Jesús hasta el fondo puede ser dolorosa, pero es sin duda apasionante. No es el que nosotros habíamos imaginado desde nuestros esquemas y tópicos piadosos. Su misterio se nos escapa. Casi sin darnos cuenta, nos va arrancando de seguridades que nos son muy queridas, para atraernos hacia una vida más auténtica para hacernos a su imagen y semejanza[3].
En medio del caos que podemos encontrar en medio del ambiente en el que vivimos, encontramos a alguien que dice la verdad última: Jesús, precisamente porque él es la Verdad[4]. Alguien que sabe por qué vivir y por qué morir. Hay algo que nos dice desde dentro que tiene razón, que en la vida y en el mensaje del Señor está la verdad que nuestro corazón tanto anhela encontrar.
Si perseveramos en una escucha paciente y sincera, nuestra vida empezará a iluminarse con una luz nueva, y comenzamos a ver las cosas con más claridad. Iremos descubriendo cuál es la manera más humana de enfrentarnos a los problemas de la vida y al misterio de la muerte. Nos daremos cuenta de los grandes errores que podemos cometer los humanos, y de las grandes infidelidades que de hecho cometemos los cristianos.
Hemos de cuidar más en nuestras comunidades cristianas la escucha fiel a Jesús, ¿cómo comprender bien la Palabra cuando se llega tarde y descuidadamente a la celebración Eucarística?
Escuchar con atención a Jesucristo nos puede curar de cegueras seculares, nos puede liberar de desalientos y cobardías casi inevitables y puede infundir nuevo vigor a nuestra fe.
[1] Homilía pronunciada el 17.II.2008, II Domingo del Tiempo de Cuaresma, en la parroquia de St. Matthew, en San Antonio (Texas).
[2] El guión es del mismo González Iñárritu y del escritor Guillermo Arriaga, y está protagonizada por Gael García Bernal, Brad Pitt, Cate Blanchett, Adriana Barraza y Koji Yakusho. La película se estrenó en Cannes en junio de 2006 y completa la Trilogía de la muerte de González Iñárritu, iniciada con Amores perros y continuada con 21 Gramos. Babel ganó el Globo de oro a la mejor película de drama en el año 2007 y fue candidata a seis premios Oscar, entre ellos mejor película y mejor director, aunque finalmente sólo consiguió el premio en la categoría de mejor banda sonora. El trailer puede verse en http://www.paramountpictures.com.mx/index.php?id=185
[3] Cfr Gen 1, 26.
[4] Cfr Jn 14, 6-14.
Ilustracion: Pieter Bruegel the Elder, The Tower of Babel (1563), Oil on oak panel, 114 x 155 cmKunsthistorisches Museum (Vienna).
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