Ya en el 200, el camposanto del
gran Apóstol en la Vía Ostia fue marcado por una cella memoriæ cerca de la cual se establecieron las Catacumbas de
Comodilla. Constantino, según el Liber
Pontificalis, la transformó en basílica; en el 386 Teodosio empezó a
levantar una basílica mucho más grande y bonita, pero el trabajo, incluyendo
los mosaicos, no se completó hasta el pontificado de San León el Grande. El
poeta cristiano, Prudencio, describe el esplendor del monumento en unas
expresivas líneas. Como también estaba dedicada a los Santos Taurino y
Herculano, mártires de Ostia en el siglo quinto, la basílica se llamó Trium Dominorum. De la antigua, solo
queda la porción interior del ábside con el arco triunfal y los mosaicos, más
recientes. Los mosaicos del ábside y el tabernáculo de la confesión de Arnulfo
del Cambio pertenecen al siglo XIII. En la antigua basílica cada papa tenía su
retrato en un friso extendido por encima de las columnas que separan las cuatro
alas y naves. De todas las iglesias de Roma, ésta, exclusivamente, había
conservado su carácter primitivo durante mil cuatrocientos treinta y cinco
años. El mundo entero contribuyó a su restauración. El Khedive de Egipto envió
pilares de alabastro, y el Emperador de Rusia las preciosas malaquita y lapis
lazuli para el tabernáculo. El trabajo en la fachada principal, que mira hacia
el Tiber, fue completado por el Gobierno italiano que declaró a la iglesia
monumento nacional. El interior de las paredes de la nave están adornadas con
escenas de la vida de San Pablo en dos serie de mosaicos (Gagliardi, Podesti,
Balbi, etc). El elegante claustro del monasterio se erigió entre 1220 y 1241 ■
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