Hay por ahí quienes observan la cuaresma
antes regalada que religiosamente,
y se dan más a la invención de manjares nuevos
que a reprimir pasiones viejas.
Se hacen con múltiples y costosas provisiones
de todo género de frutos, hasta dar
con los platos más variados y suculentos;
y, rehuyendo tocar las ollas donde se coció la carne,
por no mancillarse, abrevan sus cuerpos
en los más refinados placeres del sentido ■ San Agustín
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